Capítulo 1: Señorita Lintrey - Parte 18
La casa de esa familia estaba en el centro del pueblo. Cuando el cochero bajó primero y llamó a la puerta, una mujer de mediana edad asomó el rostro.
“¡Oh, Carl! ¿Qué lo trae por aquí?”
“¿Cómo está, Lucy? Traje a un invitado. Quiere ver a Joseph, ¿se encuentra en casa ahora?”
Cuando el cochero señaló con el dedo a Demian, que estaba de pie detrás de él, Demian inclinó rápidamente la cabeza a modo de saludo. Lucy le devolvió el gesto y, frunciendo las cejas, dijo.
“Mi esposo salió a trabajar, ¿de qué se trata?”
“Quisiera preguntar acerca del incendio en la Mansión Venbrik y sobre las personas que vivían allí.”
Lucy recorrió a Demian con la mirada, claramente desconfiada.
“¿Y por qué razón hace esas preguntas? Contarle todos los asuntos del pueblo a un forastero… tendría que pensarlo.”
Demian agitó enseguida la mano izquierda.
“No es nada grave. Mi nombre es Demian Stern. Solo quiero encontrar a una amiga. Vine a visitarla y me encontré con que su casa estaba en ese estado… solo me preguntaba qué había pasado.”
“¿Una amiga? ¿Qué amiga?”
Demian se quedó sin palabras por un instante. ¿Qué nombre debía mencionar aquí? ¿Seira, o Lintrey?
Antes de que Lucy sospechara más, tras pensarlo brevemente, Demian dijo el nombre de alguien de quien había oído que aún seguía con vida.
“La Señorita Seira… es mi amiga.”
“¿Ah, sí?”
Lucy aún mostraba señales de cautela, pero chasqueó la lengua antes de responder.
“Bueno, no es un gran secreto, pero nuestra gente del pueblo no trataba demasiado con los de esa mansión. Así que no sé cuánto pueda contarle.”
“Está bien. Solo quiero preguntar unas cuantas cosas. Entre los de la familia de la mansión, ¿con quién solía pasar el tiempo el joven Glenn?”
“Con la señorita Seira, claro.”
“Entonces, no con Lintrey.”
“Lintrey también iba, sí, pero lo hacía para atender a la Señorita Seira. Quien realmente era más cercana a Glenn era la Señorita Seira.”
“La Señorita Seira, ya veo…”
Demian se acarició la barbilla, asintió brevemente y continuó con sus preguntas.
“Entonces, ¿se puede saber en qué estado se encuentra ahora la Señorita Seira? ¿Dónde y cuánto se lastimó?”
“Yo tampoco lo sé con exactitud, pero escuché que estaba en estado crítico porque inhaló demasiado humo. Estuvo hospitalizada en un centro médico cercano, pero como no recuperó la conciencia en dos semanas y las instalaciones de allí tenían sus límites para tratarla, la trasladaron a un hospital de la capital.”
“¿Sabe a qué hospital fue trasladada?”
“Eso ya no lo…”
“Entonces, ¿quién se la llevó? La Señorita Lintrey… no, la Señorita Seira, ¿tiene algún pariente aparte de su padre?”
“La verdad, ni nosotros lo sabemos. Un día simplemente desapareció.”
A la pregunta de Demian, Lucy se encogió de hombros y frunció el ceño.
“Que yo sepa, la Señorita Seira no tenía familiares cercanos, así que nuestra familia se encargaba de gestionar su tratamiento en el hospital. Ya que mi marido es el jefe del pueblo, nos ocupábamos de ello. Pero lo único que recibimos del hospital fue una notificación diciendo que el tutor de la Señorita Seira vino y la trasladó al hospital de la capital. Nos dijeron que esa persona, a la que llamaron tutor, pagó todos los gastos médicos y demás.”
“Un tutor… ¿su identidad era fiable?”
“No lo sé, pero si el hospital lo verificó y no encontró problema, supongo que por eso la dejaron ir.”
“Supongo que tiene razón.”
Demian aspiró aire con un siseo antes de volver a preguntar.
“Entonces, ¿podría darme el contacto del hospital donde estuvo ingresada la Señorita Seira? Y también le pediría que me prestara el teléfono. No me tomará mucho tiempo. Se lo ruego.”
A Lucy no le agradaba la idea de dejar entrar en su casa a un forastero que estaba hurgando en el incidente de la mansión Venbrik, pero el rostro de Demian mostraba tanta sinceridad que terminó asintiendo y permitiéndole pasar.
Cuando le dio el número del hospital, Demian llamó de inmediato.
Tras varios tonos, la llamada fue atendida.
―Sí, Hospital General Nelson, ¿en qué podemos ayudarle?
“Buenas tardes. Quisiera hacer una consulta sobre la Señorita Seira Venbrik, quien estuvo ingresada hasta hace poco. ¿Podría decirme a qué hospital fue trasladada?”
Ante las palabras de Demian, la voz al otro lado del teléfono sonó algo incómoda.
―Lo lamento, pero no podemos dar información personal de un paciente por teléfono.
“Soy amigo de la Señorita Seira. ¿Ni aun así es posible?”
―Lo sentimos mucho, pero el tutor de la Señorita Venbrik solicitó expresamente que no se compartiera su información con terceros. Dado que así lo indicó, no hay nada que podamos comunicarle.
“Solo le pido que me diga el nombre del hospital al que fue trasladada. Se lo ruego.”
―Lo siento. Según las normas, no podemos revelarlo.
Demian sentía que el pecho se le oprimía hasta el punto de enloquecer.
La otra parte no hacía más que repetir como un loro: ‘lo siento’, ‘no podemos informarle’. Después de eso, siguió reteniendo al operador y preguntando de aquí para allá, pero nada cambió.
Como pudo percibir al otro lado de la línea que su insistencia empezaba a causar fastidio, Demian terminó por responder con una voz apagada que lo entendía, y sin más remedio colgó el teléfono.
Luego se dejó caer en cuclillas, apoyó los brazos sobre las rodillas y hundió la cabeza entre ellos. Tras un rato absorto en sus pensamientos, se levantó al fin y se inclinó ante Lucy.
“Sin querer le he causado molestias. Gracias.”
“Oh, no, en absoluto. Ya que se trata de un amigo, espero que todo se resuelva bien.”
Después de despedirse varias veces más de Lucy, Demian volvió a subir al carruaje. Entonces pidió a Carl que lo llevara a la estación de tren.
Cuando recobró la noción, ya estaba montado en un tren en marcha.
Por más que intentaba ordenar lo ocurrido en su cabeza, había muchas cosas que no lograba comprender. Seguía sin saber si la persona con la que había intercambiado cartas era Lintrey o Seira.
Si era Seira, no entendía por qué precisamente usó el nombre de Lintrey; y si realmente era Lintrey, lo desconcertaba que la Lintrey con la que se había escrito aseguraba pertenecer a una familia ‘noble’.
‘De cualquier manera, es extraño.’
Una sensación de pérdida se apoderó de Demian, dejándole sin fuerzas.
Con tanto empeño había decidido encontrarse con Lintrey, viajando desde Lebe directamente hasta Edenfallen, y jamás pensó que caería en semejante situación. Lo peor que había considerado era, como mucho, ser rechazado en la puerta.
¿Pero un incendio…? ¿Y que hubiera víctimas mortales…? Solo entonces comprendió en qué estado de ánimo ‘aquella Lintrey’ le había deseado su regreso con vida.
Si ‘aquella Lintrey’ estaba en un hospital rural en condiciones críticas, ¿no significaba eso que incluso ahora podría debatirse entre la vida y la muerte? La preocupación lo estaba enloqueciendo.
Sentado en el asiento del tren, Demian se despeinaba con furia, hasta que de pronto alzó la cabeza de golpe.
Buscarla.
¿Cómo?
Revisar todos los hospitales generales de la capital.
De todas formas, su propio cuerpo necesitaba tratamiento ambulatorio, así que estaría entrando y saliendo de hospitales de todos modos.
Convenciéndose a sí mismo de semejante idea como si fuera un plan, Demian creyó que era un buen método. Pero en ese momento no estaba pensando con claridad.
¿Cuántos hospitales generales había en la capital? ¿Cómo iba a recorrerlos todos? ¿Y cómo podría encontrar a alguien cuyo rostro ni siquiera conocía solo con el nombre de Seira Venbrik…? En realidad, aquello sobrepasaba lo simple o lo imprudente: era un plan prácticamente imposible.
Lo que Demian necesitaba en ese momento era alguien cercano que lo ayudara a recuperar la cordura. Por desgracia, no había nadie próximo, y la única persona que podría considerarse cercana, Paul, se encontraba en Lebe.
‘Que al menos siga con vida.’
Miró por la ventana para intentar calmar su agitación, pero aquello no era algo que pudiera apaciguarse con un simple esfuerzo.
‘Si lo hubiera sabido, habría contestado cada carta sin falta.’
Ahora solo quedaba un arrepentimiento tardío que le quemaba el pecho.
CRÉDITOS
TRADUCCIÓN: Ciralak
CORRECCIÓN: Ciralak
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