Capítulo 1: Señorita Lintrey - Parte 10
Pero ese dolor desapareció tan rápido como si nunca hubiera existido. Demian se rascó la cabeza por un momento y continuó leyendo la carta.
「Si el Teniente viene a nuestra casa, le daré una gran bienvenida, así que puede esperarlo con ilusión. Ah, y tampoco estaría mal que yo fuera a verle, Teniente. Solo dígamelo y compraré inmediatamente un billete de tren a Lebe.
22 de octubre de 1878. Atentamente, Lintrey, esperando con ansias el día en que nos encontremos, Teniente.」
* * *
“Se ve que el Teniente está contento.”
“¿Eh?”
Demian levantó la cabeza del papel en el que había hundido la nariz.
Algunos suboficiales lo miraban apoyando la barbilla en la mano, los ojos entrecerrados, y él los observó, desconcertado.
“¿Qué?”
“Estas leyendo la carta.”
Demian alternó la mirada entre la carta de Lintrey y sus subordinados.
“Es solo normal…”
Al oír eso, todos soltaron una pequeña risa como si hubieran ensayado.
“¿Con esa cara?”
Demian se tocó el rostro y parpadeó, completamente confundido. Entonces, el Sargento Benas agitó la mano y comentó:
“¡Ahora ya volvió a su rostro habitual, pero hasta hace un momento tenía esa expresión tan tonta!”
“¿Tonta?”
“Sí, por la carta. Todos los días dice que no tiene novia, ¡pero la estaba mirando con más ternura que yo viendo a mi esposa!”
“¿Yo?”
Demian frunció el ceño, todavía confundido, y los soldados asintieron al unísono.
“¡Sí! ¡Usted, Teniente!”
“Eso nunca pasó.”
“¡Sí pasó!”
Negar eso era imposible, seis testigos delante de él repetían lo mismo al unísono.
“¡Quisiéramos que nos mirara así a nosotros también!”
“Con nosotros es tan rígido. Hace sentir mal a la gente.”
“Ese Teniente y usted, Teniente, son personas completamente distintas, es otra persona.”
Demian empezaba a sentirse injustamente tratado, mientras ellos murmuraban entre sí.
“Dice que no tiene novia…”
“Solo lo dice, pero sí la tiene, ¿no?”
“¿Cómo se llamaba? Ah, no recuerdo el apellido, pero el nombre es Lintrey.”
Con los ojos brillando, lo miraron como exigiendo que la mostrara.
“¿Tiene una foto?”
Demian los miró con expresión reticente.
“No.”
“¿De verdad?”
“Si.”
“¿No es mentira?”
“No es mentira. Realmente no la tengo. Ni siquiera sé cómo es su cara.”
“¿Por qué no sabe cómo es su cara?”
“Porque nunca la he visto, ni siquiera en foto.”
“¿Eh? ¿Por qué no tiene foto?”
“No hemos intercambiado fotos… y tampoco tenía curiosidad.”
Los soldados murmuraron entre sí nuevamente.
“No parece mentira, ¿verdad?”
“Su expresión no parece mentira…”
“No. El Teniente es sorprendentemente bueno mintiendo. Solo está fingiendo.”
Luego cortaron la conversación entre ellos y uno preguntó de nuevo.
“Entonces, ¿quién es exactamente?”
“No lo sé.”
“¿Por qué no lo sabe?”
“Porque nunca se lo pregunté.”
Otra mirada de incredulidad se posó sobre él.
“¿En serio?”
“¿Por qué? ¿Por qué no pregunta?”
“¿No hay razón para preguntar?”
La gente suspiró.
“¿Cómo que no sabe nada de quien le gusta? ¿De verdad le gusta?”
“Teniente, ¿no tiene ninguna curiosidad por esa persona?”
“Tengo curiosidad, pero…”
“¿Pero qué?”
“…”
Demian se dio cuenta de que, dijera lo que dijera, sus subordinados no estarían satisfechos y simplemente cerró la boca.
Era solo un vínculo pasajero, no había necesidad de investigar más, y no tenía ganas de someterse al tedioso proceso de sondear a alguien, mucho menos explicárselo a aquellos que lo miraban con ojos brillantes llenos de expectativa.
“¿Qué quiere decir con ‘pero qué’?”
“¿Por qué deja la frase a medias?”
Nicole, la mujer suboficial, negó con la cabeza y dijo a los demás.
“No intenten entenderlo. Esa persona no es comprensible para alguien como nosotros.”
No estaba seguro si lo defendía o lo criticaba.
“Entonces, ¿puedo hacer una última pregunta?”
Alguien levantó la mano y Demian le dio la palabra.
“¿Qué?”
“¿De verdad le gusta? ¿Es un amor no correspondido o mutuo?”
Demian, cansado, se frotó los ojos.
“Ustedes… ni los estudiantes de secundaria que suplican historias de primer amor a sus maestros actúan así.”
Nicole se acercó y le paso un brazo sobre los hombros, fingiendo cercanía.
“Pero Teniente, es que usted es tan… joven. Supongo que no lo sabe bien.”
Debido a su rápido ascenso anormal, Nicole era diez años mayor que Demian, incluso siendo su superiora.
De hecho, incluso el suboficial más joven tenía 19 años. Si ordenaran a los subordinados por edad, Demian sería el penúltimo.
Incluso siendo sus subordinados, la mayoría era mayor que él.
Por eso, cuando no había jerarquía de por medio, los subordinados lo trataban como un humano, de manera bastante afectuosa. Y ahora le hablaban así.
“Nadie dedica tiempo a alguien que no le interesa.”
Demian se estremeció. Esas palabras las había dicho él mismo a Lintrey sobre Glenn.
“¿Uh…?”
Al darse cuenta, Nicole le dio unas palmaditas en la espalda y se alejó.
“No lo niegue tanto y solo inténtelo.”
Luego aplaudió y dijo a los demás.
“¡Vamos, si siguen molestando al Teniente, habrá rebelión! ¡Dispérsense, dispérsense!”
“Ehh…”
“Fue divertido.”
Todos se dispersaron, aunque algunos mostraban desilusión, temiendo que si seguían molestando, Demian los haría trabajar de manera severa.
Pero Demian estaba sumido en sus pensamientos y no notó que se dispersaban. Su boca estaba entreabierta mientras miraba la carta en sus manos, absorto.
‘¿Uh…?’
Se sentía como si alguien estuviera haciendo bailando tap en su cabeza, y le costaba pensar con claridad.
‘¿Uh…?’
El pañuelo que siempre llevaba en el bolsillo izquierdo de su pecho palpitaba con su corazón.
‘¿Es eso posible?’
Su rostro se calentó inexplicablemente, y al notar la carta en su mano, se sorprendió a sí mismo.
Rápidamente metió la carta en el bolsillo, temiendo que alguien la viera. Fue un gesto totalmente inútil, pero lo hizo.
‘¿De alguien cuyo nombre y rostro ni siquiera conozco?’
Su cabeza giró hacia la derecha.
‘¿Yo?’
Cuanto más pensaba, más absurdo le parecía. No tenía sentido tener esos sentimientos por alguien a quien ni siquiera había pensado interesarse.
“Es un malentendido”
Se dio ligeras palmadas en las mejillas con ambas manos.
“Nicole solo se equivocó”
No podía admitirlo. Si lo admitía, sería un problema serio. Negó con la cabeza obstinadamente hasta el final.
* * *
Demian reunió el valor para volver a abrir la carta de Lintrey tres días después.
El resto de la carta era solo charla cotidiana. La leyó hasta el final y asintió levemente con la cabeza.
¡Mira! ¡No está tan mal!
No sentía la misma ansiedad de días atrás. Por eso pudo escribir la respuesta con tranquilidad.
Como siempre, sacó un tema apropiado para contar sus novedades, y Lintrey respondió con un tono alegre y chispeante, como si su risa se filtrara entre las palabras.
Como lo haría con un amigo común. Sí, un amigo. Aunque fuera un encuentro pasajero, al menos podría considerarse un amigo.
Pero el problema surgió de un lado que Demian no había previsto.
「Últimamente, Glenn ha salido lejos para aprender el negocio del gremio, así que, aparte de mi padre y los sirvientes, usted es la única persona con quien puedo hablar. No quiero solo cartas, quiero hablar mirándonos a la cara. Seguro sería divertido.」
Cada vez que intercambiaban cartas, Lintrey intentaba acercarse a Demian como siempre. Pero él la ignoraba constantemente.
¿Habría percibido ella su intención de no ceder? Cada vez que Demian la rechazaba de forma sutil, Lintrey nunca retomaba ese tema.
Era como si después de la discusión sobre su familia, donde Demian había puesto límites claros, hubieran establecido una regla tácita de no volver a mencionarlo.
Sin embargo…
「Si algo pasa, ¿me lo dirá? Me preocupo por usted.」
Si ni siquiera podía controlar sus propios sentimientos, ¿cómo podría controlar los de otra persona?
Por más que Demian fingiera no darse cuenta y permaneciera en su sitio, Lintrey seguía acercándose poco a poco.
Solo cuando intercambiaron unas cuantas cartas más y Demian pasó el final de año dentro de la trinchera, se dio cuenta de lo indeciso que había sido al responderlas.
CRÉDITOS
TRADUCCIÓN: Ciralak
CORRECCIÓN: Ciralak

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