Capítulo 6: Perro negro - Parte 4



“¡Mmff...!”


Antes de que pudiera gritar, su boca fue silenciada. Su cuerpo fue lanzado rápidamente hacia el interior del auto. La puerta se cerró, y el vehículo arrancó con el rugido de un motor áspero.


“¡Ayuda, por favor...! ¡Mmf! ¡Mmm!”


Aprovechando un pequeño momento, intentó gritar, pero alguien metió en la boca de Jina algo que parecía un pedazo de tela.

Por el nauseabundo olor a aceite, parecía un guante usado para reparar el auto.

¡Chas!

Un sonido rasposo resonó, y una cinta adhesiva ancha le cubrió la boca. Jina, aterrada, comenzó a patalear, pero entonces le colocaron algo parecido a un saco sobre la cabeza.

Jina, a quien le quitaron la visión en un instante, movió su cuerpo con todas sus fuerzas.

Sin embargo, como si hubiera más de una persona en el auto, varias manos agarraron el cuerpo de Jina y lo presionaron contra el suelo.

Por más que luchaba, no podía igualar su fuerza. Además, extrañamente, sentía que no tenía control sobre su cuerpo. Incluso en medio de esa situación, un incontrolable sopor comenzó a invadirla.

En cuestión de segundos, ataron sus muñecas y tobillos. Con la boca tapada y la agitación por el forcejeo, le faltaba el aire. Mientras tanto, el nauseabundo olor del aceite que llenaba su boca hacía que su estómago se revolviera.

‘¿Qué es esto? ¿Quiénes son estas personas?’

No tenía idea de lo que estaba sucediendo. Aunque el área cerca de la estación Angel no era particularmente segura por la noche, había tiendas abiertas y personas que pasaban. A pesar de que el camino que estaba recorriendo era especialmente silencioso, pero justo al otro lado de la calle había casas con las luces encendidas, y al final del camino se podían ver autos pasando.

Era difícil creer que estaba siendo secuestrada en Londres, antes de la medianoche.

‘¿Por qué?’

En un mundo donde la trata de personas había perdido relevancia, resultaba absurdo que alguien se tomara la molestia de secuestrarla. Tristemente, muchas personas en circunstancias desesperadas se ofrecían a sí mismas, eliminando la necesidad de esas prácticas.

En el presente, los secuestros eran cosa de vendettas personales. Pero, por más que lo pensara, no tenía ningún enemigo que pudiera justificar un acto tan extremo como su secuestro.

El auto se sacudía violentamente con cada bache en el camino. Gritar sería inútil, solo agotaría sus fuerzas, y cualquier movimiento imprudente podría irritar aún más a sus captores.

Escapar parecía imposible.

Los secuestradores no decían nada. Simplemente mantenían a Jina inmovilizada. Pasado un tiempo, las manos que la retenían comenzaron a moverse lentamente.

Al principio, parecía que tocaban su cuello y espalda, pero luego deslizaron las manos dentro de su camisa. Manos grandes y ásperas apretaron bruscamente su pecho y tantearon entre sus piernas. Una de ellas incluso tocó abiertamente su intimidad.


“¡...!”


Quiso gritar que se detuvieran, pero su voz no salía. Sus intentos desesperados de zafarse eran inútiles, pues estaba amarrada.

Si al menos se hubieran reído vulgarmente o hubieran dicho algo, podría haber pensado que eran simplemente despreciables. Pero el silencio absoluto hacía que los actos fueran aún más aterradores.

Lo más horrible era que, incluso en esa situación, su cuerpo comenzaba a reaccionar.

Las lágrimas caían mientras sentía una mezcla de vergüenza y humillación, recordando los sueños perturbadores que había tenido últimamente. La sola idea de que su cuerpo pudiera estar respondiendo a esas caricias indeseadas le resultaba insoportable.

‘Preferiría que fuera Ian’

En su sueño, él trabajaba duro para relajar su cuerpo. Sí, definitivamente era diferente de esos toques crueles.

Se tomaba su tiempo, la tocaba con cuidado y lentamente empujaba sus dedos para aflojarla en su parte baja.

Por supuesto, hubo momentos en los que él también fue rudo, pero después de eso, lamia las áreas que había apretado como para calmarlas y soltarlas.

Después de que lo soñó, pensó que solo era atracción unilateral, pero cuando lo comparaba con la situación actual, solo podía pensar que sus acciones estaban llenas de afecto.

Poco a poco, su mente se fue nublando. Al final, Jina no pudo resistir el sueño y terminó sumiéndose en la oscuridad.

Cuando volvió a abrir los ojos, la mano de alguien se había metido en sus pantalones y estaba tratando de bajarle las bragas.

¡Criiik!

El coche se detuvo y luego el motor se apago. Habían llegado a su destino. La mano que se cernía sobre su vagina la acarició con pesar y luego salió de sus pantalones. Pronto escuchó la puerta del auto abrirse.


“Baja”


La voz era áspera, pero se alegró de escuchar una voz humana después de no escuchar ninguna voz en todo el camino.


“Llévala adentro”


Por orden de alguien, el cuerpo de Jina fue elevado en el aire. Alguien la llevaba cargada al hombro.

Cuando su cabeza se inclinó hacia abajo, sintió náuseas y mareos. El olor a aceite, que había olvidado por un tiempo porque estaba desmayada, volvió a llenar su pecho y le provocó arcadas.


“¡Bleegh!”

“¿Está vómitando?”

“Maldita sea, qué fastidio. Quítale el saco y destápale la boca. Si tenemos mala suerte, morirá asfixiada”


Tan pronto como alguien dijo eso, el saco fue quitado y también le arrancaron la cinta adhesiva de la boca. La prioridad era escupir lo que tenía en la boca de inmediato.


“¡Urgh! ¡Uuugh!”


Un trapo sucio, empapado en saliva, cayó al suelo. Jina se incorporó desesperadamente, intentando ver dónde se encontraba.

Pero lo único que alcanzó a ver fue una puerta que se cerraba. A través de la rendija, un perro negro la observaba.


* * *


Ian estaba sentado en su oficina.

Era tarde por la noche, y como solo estaban encendidas las luces en los lugares estrictamente necesarios, el paisaje nocturno que veía desde allí le parecía mucho más apagado en comparación con el atardecer.

Tac. Tac. Tac.

Sus dedos tamborileaban sobre el escritorio. La noche anterior no había podido ir a ver a Jina, ya que deliberadamente había creado un compromiso para ausentarse.

A fin de cuentas, era solo un día. Comparado con casi un mes sin alimentarse de humanos, era un lapso irrisoriamente breve, pero incluso durante ese único día había sentido un hambre atroz.

Tenía la boca tan seca que no podía dejar de tragar saliva. El presidente le preguntó varias veces si se sentía mal, preocupado por su aspecto.

Cada vez que sentía esa hambre, deseaba abandonar todo de inmediato y regresar a Londres, para ir a ver a Jina.

Recientemente, él iba a visitar a Jina todas las noches. Parecía que se había convertido en una especie de hábito, ya que Jina no necesitaba mucho esfuerzo mental para quitarse la ropa y abrir las piernas cuando él llegaba. Pero eso no era todo.

Ahora, solo con que la tocara, ella emitía fácilmente gemidos de placer y su excitación fluía abundantemente. Gracias a eso, él no podía apartar su rostro de entre sus piernas. 

Si él se detenía un momento, el cuerpo de ella temblaba y comenzaba a fluir un líquido pegajoso. No podía dejar que ni una sola gota de ese dulce néctar se desperdiciara.

Después de beber hasta saciarse, él comenzaba a mover las manos. Sus movimientos eran lentos y relajados, después de haber saciado su hambre. Acariciaba sus senos, endurecidos por la excitación, y acariciaba su bajo vientre, que no parecía tener suficiente por mucho que lo estimulara.

Exploraba cada rincón de su cuerpo, y cuando introducía sus dedos en su ombligo, ella intentaba apartar su mano, como si le dijera que no lo hiciera.

La débil resistencia de ella lo divertía, así que él empujaba con más fuerza, haciendo que su cuerpo temblara. 

Pero había algo aún más entretenido. Después de atormentar su ombligo y pasar a través de su vello púbico, al entrar más profundo, aparecía un trozo de carne suave y cerrada.

Sus dedos se deslizaban dentro de ella.

El lugar, ya húmedo y suave por sus lamidas, aceptaba fácilmente sus dedos.


〈Ah, sí... despacio…〉


Jina ya no decía que no, sino que le rogaba que lo hiciera despacio y con suavidad. 

Él, encontrando su ruego adorable, la abrazaba y le mordía la oreja. Al sentir su respiración caliente, ella apretaba sus músculos alrededor de sus dedos, algo que a él le encantaba. Cuando un dedo entraba suavemente, él añadía un segundo.

Con cada adición, el sudor perlaba su cuello. Por supuesto, él lamía cada gota.

Dos dedos pronto se convirtieron en tres. 

Pero más de tres era imposible. 

Cada vez que lo intentaba, ella lloraba y decía que se sentiría desgarrada, y él, inesperadamente, sentía un poco de pena.


〈Quiero agregar más... si es difícil, ¿debería hacerlo en tu boca?〉


Cuando lo sugirió como si estuviera dando una buena opción, Jina asintió. Él la acostó en la cama y colocó su cabeza sobre su muslo.

A ella le gustaba esa posición. 

Mientras acariciaba su cabello, ella hacía una expresión de felicidad, como un niño recibiendo cariño de sus padres. 

Pero él no era su padre, así que mientras acariciaba su cabello, forzaba su boca a abrirse y empujaba sus dedos dentro.

Realmente le costaba recibirlo por abajo, así que ella abría grande la boca y aceptó sus dedos sin quejarse. 

De repente, él quiso probar algo nuevo. 

La sensación de su miembro erecto y palpitante. 

¿Qué se sentiría al empujar eso dentro de su boca? 

No había razón para dudar. Sacó sus dedos y, con su miembro erecto, lo acercó a la boca de Jina. 

Antes de entrar, la punta ya estaba húmeda y goteando.

Él, con una mano, sujetaba su miembro erecto y con la otra, su cabeza, guiándola más cerca. Podría haber empujado él mismo, pero quería que ella abriera su boca y lo aceptara por sí misma.


〈Jina.〉


Habló dulcemente, apartando el cabello de su rostro con cariño.


〈Puedes hacerlo, ¿verdad?〉


Le susurró al oído a Jina como si confiara en ella.



CRÉDITOS

TRADUCCIÓN: Ciralak

CORRECCIÓN: Ciralak


Comentarios