Capítulo 7: Por ti - Parte 7
“¡Q-Q-Qué! ¡Qué estás lamiendo…!”
“¿Qué más? Te estaba lamiendo a ti.”
Como si fuera lo más natural del mundo, Ian sacó la lengua y lamió el sexo de Jina de abajo hacia arriba.
“¡Ah!”
Cuando algo húmedo tocó su parte sensible, que había sido penetrada hasta quedar adolorida, Jina se mordió los labios para contener el jadeo. Había aprendido algo después de ser molestada por él tantas veces.
Ian tenía un fetiche por lamer todo de su pareja. No discriminaba nada. Desde el cabello hasta los dedos de los pies.
Si solo lamiera el cuerpo podría entenderlo, pero incluso lo que su pareja secretaba entraba dentro de su fetiche. De hecho, tal vez le gustara aún más eso.
“No, no lo hagas. Eso…”
“¿Por qué no? Si te gusta. Cada vez que te lamo…”
“¡No digas esas cosas!”
Avergonzada por sus palabras sin pudor, Jina tomó una almohada y se lo arrojó.
Pero la almohada ni siquiera llegó cerca de él y cayó al suelo. Fue porque Jina colapsó sintiendo un dolor punzante en la cintura.
“¿Estás bien?”
“Ahora mismo... ¿crees que estoy bien?”
Jina miró a Ian con una expresión preocupada mientras subía sobre ella.
Todo esto era culpa suya.
Al ver su expresión como si no entendiera nada, no pudo evitar sentirse molesta.
“¿Por qué sigues mirando ahí abajo...?”
“Oh, es que seguía saliendo así que solo quería limpiarte un poco. Mira.”
“Mira qué... ¡Ah!”
Cuando sus dedos se deslizaron entre sus piernas, Jina se estremeció y retorció el cuerpo.
Lo había pensado antes pero ese hombre entraba en su entrepierna como si fuera suyo sin dudarlo.
Sacando uno de sus dedos que había metido dentro, lo agitó frente a ella.
“Mira esto. Lo he limpiado varias veces pero sigue saliendo…”
“¡Quítalo!”
Jina le apartó la mano sonrojada. Porque entre lo que salía de ella también había claramente líquido blanquecino suyo.
Sin darse cuenta bajó la mano y tocó su vientre bajo. Aunque ya no estaban unidos seguía sintiendo incomodidad ahí abajo.
Probablemente porque había estado sosteniendo el miembro de Ian durante tanto tiempo.
Su vientre estaba cubierto de manchas blancas secas. Mientras tanteaba su vientre se dio cuenta de lo que era y soltó una risa irónica.
“Dios mío…”
“Tú me pediste que acabara encima”
“¡Eso fue porque tú seguías eyaculando dentro…!”
Temía que le explotara el vientre así que le pidió que lo hiciera afuera.
Iba a decir eso pero terminó enterrando la cara en la almohada avergonzada hasta el cuello por tener que repetirlo estando sobria.
Viendo eso Ian rió bajo y metió fácilmente sus brazos bajo las axilas de Jina levantándola en brazos con una facilidad asombrosa.
“Vamos a bañarnos”
La levantó tan ligera como si fuera una muñeca de papel y se dirigió al baño con ella en brazos.
* * *
El baño era tan grande como la habitación donde estaban antes.
Ian trajo una toalla grande de algún lado y la extendió sobre una silla de ratán sentando a Jina encima.
Las marcas rojas dispersas por su piel blanca le complacían mucho. Eran huellas del arduo trabajo grabado durante horas en su cuerpo.
Cada vez que mordisqueaba suavemente ella sollozaba sensualmente cambiando incluso las ganas iniciales de parar pronto por seguir adelante aún más excitado.
Ella misma lo volvía loco cada vez así que al final todo eso era culpa suya.
Abrió el grifo hacia la bañera dejando salir agua caliente a borbotones.
Pronto estaría llena seguramente. Pero como si ese tiempo también fuera precioso volvió junto a ella sentándola sobre sus rodillas.
Sus pechos voluptuosos rebotaron. Extendió las manos para sostenerlos. Estaba tan obsesionado con probarla abajo por primera vez correctamente que no les prestó suficiente atención antes.
Aun así tampoco los descuidó completamente pues quedaban marcas rojas dispersas por ellos aquí y allá.
Tocando esas zonas con los dedos hizo gemir a Jina quien intentó apartar sus manos pero él no cedió fácilmente.
Con ambas manos agarró generosamente esa carne suave favorita para él.
“Otra vez estás intentando algo…”
“Siento que ayer no les presté suficiente atención”
Era algo con lo cual jugaba libremente todos los días pero ese día sentía inexplicablemente cierta insatisfacción por haberlos apretado menos. Debía ser eso llamado costumbre humana, supuso.
Quizá demasiado perezosa para protestar más, Jina simplemente se recostó contra su pecho dejándolo hacer lo que quisiera.
Eso le alegró tanto que besó suavemente su nuca escuchando latir lentamente el pulso bajo esa fina piel.
Le gustaba verla descansar plácidamente sobre él, sin percatarse de nada. Se preguntaba qué cara pondría si ahora mismo hundiera los colmillos en ella.
Quería hacerlo inmediatamente pero recordando que sólo podía hacerlo una vez contuvo esos impulsos salvajes.
Jina sería la última humana que él probaría. La más preciada guardada hasta el final…
Mientras tanto la bañera ya estaba llena así que entraron juntos abrazados sumergiéndose bajo las aguas burbujeantes envolviéndolos ambos completamente.
“Aah…”
Cuando el agua caliente tocó su cuerpo rígido, Jina dejó escapar un gemido de dolor. Al relajarse la tensión, entonces comenzó a sentir los dolores que tenía esparcidos por todo el cuerpo.
En verdad no había un solo lugar que no ardiera. Luego de haber sido lamida, mordida, penetrada por horas.
Mirando el agua que se agitaba, Jina se dio cuenta al fin de lo que había hecho.
Al final, se había acostado con Ian Aylesford.
No le sorprendía.
No, pensó que era algo que tarde o temprano llegaría.
‘¿Desde cuándo?’
¿Cuándo había sospechado que acabaría de esa forma con Ian?
Mientras trataba de recordar, Jina evocó el día en que comenzó a soñar con él.
En realidad, aquello se parecía más a una pesadilla.
Su cuerpo no se movía según su voluntad y mantenía una relación con él como si fuera violentada. Por eso, incluso al despertar, la vergüenza y la humillación eran tan intensas que le hacían dar vueltas la cabeza.
Pero en algún momento, en esos sueños también comenzó a excitarse junto a él.
Quizás había empezado desde entonces. Porque le gustaba esa voz que le susurraba sin cesar que lo hacía bien, preguntandole si quería ir más lejos…
Aunque lo que él le pedía eran solo cosas desvergonzadas, esas alabanzas tenían tanto peso que deseaba escucharlas más, y por eso movía su lengua con empeño.
‘De todas formas, ¿qué se supone que haga ahora?’
Ian había dicho que le gustaba. Y ahora… a ella también le gustaba él.
Para ser sincera, las horas en que se había enredado con Ian como una fiera habían sido para Jina un tiempo de asombro.
Cuando se sacudía siguiendo los movimientos de él y el placer se superponía al placer, su conciencia se nublaba y caía en un estado de trance absoluto.
Sin duda lo que recibía era dolor, y aun así, ¿por qué se aferraba a él con locura?
Durante todo el tiempo, sus cuerpos no se separaron jamás. Aunque él perdiera fuerzas por un momento, nunca retiraba su miembro del cuerpo de Jina.
Al contrario, derramaba palabras lascivas junto a su oído, excitando su cuerpo exhausto.
Al final, cuando el cuerpo de Jina volvía a encenderse y sacudirse, lo de él también recuperaba fuerzas en su interior. Los dos cuerpos se unían de manera perfecta, como si en un principio hubieran sido uno solo y luego se hubieran dividido. No necesitaba preguntar a nadie para saberlo.
‘¿Esto es lo que llaman buena compatibilidad en la cama?’
En realidad, su experiencia no pasaba de unas pocas veces. Y todas habían sido únicamente con su segundo novio.
Cuando lo hizo con él, lejos de sentir placer, lo único que tuvo fue dolor hasta el final.
Incluso llegó a lastimarse, pues la penetraba sin que ella estuviera húmeda, y durante un tiempo sufrió bastante por ello.
Jina bajó disimuladamente la mano y tanteó su sexo.
Aunque estaba hinchado y le escocía…
“¿Qué haces?”
En ese momento, Ian susurró al oído de Jina.
“¿Piensas disfrutar sola dejándome a un lado?”
“¡No! Solo quería comprobar cuánto se había hinchado.”
“Ah.”
Ian asintió como si hubiera comprendido. Jina pensó que quizá, como responsable de haberla dejado así, sentía un poco de remordimiento.
“Déjeme verlo yo.”
De pronto, él la levantó y la sentó en el borde de la bañera.
Por suerte, en el extremo de la bañera había un espacio en el que podía sostenerse sentada. Tras colocarla ahí, Ian tomó con ambas manos sus rodillas redondeadas y las abrió.
Aunque ya le había abierto las piernas incontables veces, Jina no pudo evitar sentirse avergonzada y apartó el rostro.
Él sonrió con suavidad y pasó sus nudillos por su sexo.
“Está muy hinchado.”
“Como si no lo supiera…”
“Todavía fluye mi semen. Creo que habrá que rasparlo para sacarlo…”
Al decirlo, esbozó una sonrisa traviesa.
“Si introduzco algo un poco más grande que un dedo, ¿no saldrá lo que quedó dentro?”
Ante aquella intención tan evidente, Jina le golpeó el dorso de la mano con un sonoro chasquido.
“Basta de tonterías. De verdad que ya no puedo más.”
“Mentira.”
“Es en serio. Si seguimos…”
“¿Lo sentirás aún más sensible?”
“…”
Jina cerró la boca. Lo que él había dicho era la verdad.
Chuaaak.
Cuando él se levantó de la bañera, el agua cayó con estrépito hacia abajo.
“Estaba aguantando.”
Su voz ronca cayó sobre la cabeza de Jina.
“Pero parece que ya no hay necesidad de hacerlo.”
CRÉDITOS
TRADUCCIÓN: Ciralak
CORRECCIÓN: Ciralak

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