Capítulo 7: Por ti - Parte 1




“¿Ya se calmó un poco?”


Jina tomó el vaso de agua que Ian le ofrecía y asintió con la cabeza. Había llorado tanto que sentía como si todo el agua de su cuerpo se hubiese drenado.

Al beber, el frescor del agua se extendió hasta la punta de sus dedos de forma vívida.


“Disculpe, pero… ¿dónde estamos?”


Solo después de vaciar el vaso por completo, Jina recuperó algo de lucidez y pudo preguntarle.


“En la Mansión de Chealsie.”

“¿Chealsie…?”


Le vino a la memoria lo que había escuchado en la Mansión Hampstead Heath. Además de aquel lugar, la familia Aylesford tenía otras dos residencias: una en Wimbledon y otra en Chealsie. Y se decía que la Mansión de Chealsie era donde Ian había pasado la mayor parte de sus días de desenfreno.


“Hace apenas unos días terminó la remodelación, así que todavía se siente mucho el olor a nuevo. Si no le molesta, ¿abro un poco la ventana?”


Jina asintió, y él se acercó a la ventana para abrirla. Al instante, el aire invernal familiar entró en la habitación. Al mirar afuera, el cielo empezaba a teñirse de un azul pálido.


“¿Qué hora es ahora?”

“Las ocho y cinco de la mañana.”


Era de día. Cuando ella se había separado de sus amigas y salido del restaurante, aún no había llegado la medianoche.


“Entonces… ¿cómo terminé aquí? Estoy segura de que me habían secuestrado y arrastrado con ellos… los hombres intentaron torturarme…”


Jina continuó con voz entrecortada y difícil.


“Y-Y apareció un monstruo…”

“¿Un monstruo?”

“Un perro negro apareció. Y de repente su mandíbula se desgarró… a los hombres que estaban delante de mí…”

“¿Acaso se refiere a ese perro?”


Ian señaló hacia la puerta con el dedo.

Cuando Jina volvió la vista, un perro enorme, que no sabía desde cuándo estaba allí, estaba sentado tranquilamente observándolos.


“¡Ah! ¡Fuera! ¡Monstruo!”


Sobresaltada, Jina lanzó un grito de pánico. Desesperada, sin saber qué hacer, agarró un cojín y se lo arrojó al animal, para luego esconderse detrás del sofá.


“¡Ian, escóndase! ¡Es-Esa cosa devora personas!”

“Jina. Cálmate”

“¡Te dije que te escondieras! ¡Esa cosa también te va a comer!”


Ante sus palabras, Ian dejó escapar una risa suave y entrecortada.


“¿Que me devora a mí? ¿Ese ser?”


En ese instante, ante la voz grave que se hizo escuchar, Jina se sorprendió y lo miró fijamente. Ian Aylesford, mientras daba una palmada suave en el dorso de la mano con la que Jina lo sujetaba, silbó hacia la entrada.

¡Fiuuu!

Entonces, el perro se tumbó plano contra el suelo. Incluso movió la cola suavemente.

Ian soltó la mano de Jina y se acercó al animal. Ella no pudo soportar mirar esa escena y cerró con fuerza los ojos. Lo había visto con claridad: ese perro devoraba personas.

¡¿Acaso ahora también Ian…?!


“Mire esto. Es un perro tan dócil”


La voz tranquila de Ian la obligó a abrir de golpe los ojos. Él se había sentado junto al animal y acariciaba su cabeza con naturalidad. El perro, lejos de mostrarse agresivo, permanecía quieto, jadeando con la lengua afuera y disfrutando de las caricias.


“No… estoy segura de que ese perro… ese perro…”


Murmuró Jina, temblando, incapaz de creer lo que veía.


“Baja”


Kkuuung.

El animal gimió con desánimo, se incorporó y enseguida desapareció. Toc, toc, toc. El sonido de sus garras golpeando el suelo se fue alejando: había bajado al piso inferior.

Una vez que el perro dejó de estar a la vista, Jina se levantó con cautela desde detrás del sofá. De inmediato corrió hacia la puerta y la cerró de golpe. No solo la aseguró con el cerrojo que resonó con un fuerte clack, sino que además arrastró un taburete para trabar la entrada, como si temiera que alguien intentara derribarla desde afuera.


“Entonces… ¿qué pasó con esos hombres? ¿Y cómo es que yo estoy aquí? ¿Por qué está usted aquí? ¿Quién me secuestró? ¿Cómo me encontró?”


Ian respondió con una sonrisa incómoda, como si meditara cómo abordar aquella avalancha de dudas, y al fin comenzó a hablar.


“La verda es que…”


* * *


Jina jugueteaba con la taza de té caliente que tenía en sus manos.


“Entonces, ¿ellos estaban relacionados con Jeremy Carrington…… y pensaban que yo era quien había robado sus drogas?”

“Según lo que dijeron, así es. Jeremy la señaló a usted. Y también dijo que debía recibir las drogas de usted. Así que intentaron acercarse, pero para entonces ya había entrado en la mansión, y como pensaron que tenía relación conmigo, terminaron confiando más en las palabras de Jeremy.”

“…….”


Jeremy Carrington.

Jina murmuró ese nombre mientras mordía sus labios. Era el hombre que había intentado arrastrarla en el hotel. El mismo que luego fue derribado de una patada por Ian y quedó cubierto de sangre.

En el hotel incluso le habían ofrecido dinero para silenciarla, y como después no hubo ningún contacto, pensó que todo había quedado en el olvido. No imaginaba que estaría haciendo algo así.


“Por lo visto solo estaban esperando a que usted saliera de la mansión. Parece que estaban relacionados con una organización de drogas de Europa del Este, pero además de drogas, ellos también filmaban videos pornograficos para clientes con inclinaciones de tortura o depravaciones particulares… ¿está bien?”

“Estoy… bien. Es solo que recordé, de nuevo…”


Jina recordó a los hombres de la noche anterior. También las herramientas que habían sacado.

De alguna manera ya había pensado que era extraño que tuvieran preparados instrumentos perversos además de herramientas de tortura, y ahora resultaba que se dedicaban a eso.


“Parece que después de capturarla intentaron contactarme, pero mi secretaria pensó que era una llamada falsa y la cortó a mitad.”

“…”

“En esos casos, ellos consideran que no hay intención de negociar, y entonces torturan primero a la persona capturada, luego envían alguna parte del cuerpo o la grabación. Es su manera de mostrar que no pierden el tiempo en negociaciones molestas. Por suerte, después de la reunión salió el tema de la llamada y, al verificar con Londres, descubrimos que usted no estaba en la mansión. Así que pedí ayuda a personas que colaboran con Aylesford.”


Entonces Ian dijo que le resultaba difícil explicar quiénes eran, pero que eran personas que asumían ese tipo de trabajos.


“Les pedí que se movieran de inmediato y yo también regresé a Londres sin demora. En cuanto recibí la noticia de que la habían encontrado, fui directo al lugar y pude rescatarla por poco.”

“Esas personas…”

“No sé bien cómo manejan esos asuntos. Seguramente lo harán según las reglas de su propio mundo.”


Sabía cuántos inmigrantes ilegales había en ese país. Y también cuántos de ellos desaparecían. Los hombres que había visto aquella noche probablemente terminarían en la lista de desaparecidos que nunca serían encontrados. Tal vez ni siquiera sus nombres figurarían allí.


“La saqué de inmediato. Pensé que si regresaba a la Mansión Hampstead Heath en ese estado se armaría un gran escándalo, así que la traje aquí, a la Mansión Chealsie. Justo unos días antes habían terminado las remodelaciones internas, por lo que no había mucha gente a cargo del lugar.”


Fue un alivio.

Si hubiera regresado en ese estado, no solo habría despertado preocupación, sino también toda clase de especulaciones.

‘Si Ian no se hubiera movido…’

Jina recordó las palabras que aquellos hombres habían dicho. Comentaban que le romperían un brazo, que le cortarían la lengua. Incluso habían intentado meterle un hierro candente en la boca.

Si hubieran terminado con aquello, después habrían usado los demás instrumentos que habían desplegado. Y entonces la habrían arrojado en algún sitio.

De repente sintió con toda crudeza lo terrible que había estado a punto de sucederle.

La calidez del té en la taza ya se había desvanecido. Jina, dejando la taza a un lado, se estremeció y se abrazó los brazos encogiéndose.

Había escuchado la explicación, pero las escenas que había presenciado seguían siendo demasiado nítidas.


“Verá, quizá suene a locura… pero vi claramente a un perro negro matando a los hombres. Con la boca abierta así… cortándoles el cuerpo, reventando sus entrañas…”


De haber sido antes de lavarse, al menos habría podido mostrar la sangre que aún manchaba su cuerpo.


“¿De verdad no había nada en mi ropa? Ni sangre ni vísceras salpicadas…”

“Bueno, estaba hecha un desastre con vómito, así que la desechamos, pero esas manchas no estaban allí. Y si realmente hubiera ocurrido eso, cuando yo y los demás entramos, ¿ese perro no nos habría atacado también?”

“Eso es cierto, pero…”

“Y como usted insistía en que había visto un monstruo, contacté a quienes se encargaron de este asunto y me dijeron que probablemente había sido efecto de alguna droga.”

“Pero no comí nada, ni tampoco recibí ninguna inyección.”


Por si acaso, revisó su brazo, pero no había ninguna marca de inyección.

“Todas las drogas no tienen que administrarse necesariamente por vía oral o inyectarse. Hoy en día existen algunas que surten efecto con solo tocar la piel. ¿Ellos no la tocaron en algún momento?”

“…”


En lugar de responder a la pregunta de Ian, bajó la cabeza. Durante todo el trayecto en el coche recordó aquellas manos que habían ultrajado su cuerpo.

Manos que, sin hacer un solo ruido, satisfacían sus deseos con vileza y silencio. Manos repugnantes que se colaban bajo la ropa para pellizcar, arañar y frotar a su antojo.

No sabía qué clase de droga era ni cómo se utilizaba, pero si también se absorbía por la piel, lo más probable era que hubiese sido en aquel momento.


“¿Jina?”


Al no recibir respuesta, él la llamó de nuevo, como para apremiarla.


“Ah, ahora que lo pienso, todavía no le he dado las gracias.”


Jina desvió apresuradamente la conversación.

No quería decirle que los delincuentes la habían manoseado.


“Soy… simplemente una empleada, y aun así gracias por ayudarme.”


Aunque ella se encargaba de sus comidas, no debía de ser alguien tan importante como para que hubiera tenido que recurrir a medios ilegales con tal de salvarla.


“Jina.”


Ian se sentó a su lado.

Luego colocó su mano sobre la de ella, que aún temblaba, y habló.


“¿Cree que me moví únicamente por una empleada?”


La miró a los ojos y dijo en voz baja:


“Fui a salvarla porque era usted.”



CRÉDITOS

TRADUCCIÓN: Ciralak

CORRECCIÓN: Ciralak


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